El sábado 18 comenzábamos el día con un meeting con Shibu sobre la situación actual en la India. Salimos bastante asustados e incluso, desanimados al conocer la realidad del país, sobre todo en relación a los niños. Sin embargo, a pesar de las necesidades y los problemas que sufre esta gente no pierden la sonrisa y la amabilidad, lo cual da que pensar sobre quién es el “necesitado” y quiénes tenemos los auténticos problemas.
A pesar de la visión negativa, este es un país maravilloso, lleno de contrastes… Cada momento que pasa estoy más convencida de que si existe un paraíso, está aquí. Y no sólo por la belleza de los lugares, sino por la belleza de las personas.
Por la tarde visitamos el colegio “ Mermier bhaman”, donde nos invitaron a merendar y nos mostraron las instalaciones. A continuación visitamos otro centro que acoge a niños de la calle llamado Boy’s Home “Prateeksha”, donde volvieron a darnos de merendar (aquí se pasan el día comiendo…) y nos regalaron flores y un festival, que habían estado preparando durante dos semanas. Esta gente te hace sentir importante y aunque mis compañeros se esfuercen en hacerme entender, sigo sin ver el porque lo somos. Después del festival, fuimos nosotros, el “spanish team” quienes nos encargamos de amenizar la tarde con diversas canciones y bromas con los chicos, uno de los cuales decidió intentar que aprendiésemos a bailar como si de actores de bollywood se tratase… Obviamente, no lo somos, y las risas fueron grandiosas.
El domingo 19 comenzamos el día celebrando la Misa con todos los niños del Nest. Fue emocionante. Los pequeños, sentados, atendían sin perder detalle, y los mayores haciendo de “coro”, cantaron con todo el sentimiento que les cabía dentro de sí. Un detalle curioso: al finalizar la Misa se acercaron a Shibu y a Jesús Mari a pedir la bendición. Realmente emotivo.
Después del desayuno asistimos a una reunión con mujeres de la zona. Se trata de hacer el seguimiento a los grupos que ellas mismas lideran para contribuir al desarrollo rural. Una vez más nos obsequiaron con flores y la mejor de sus sonrisas. La guinda de la mañana la puso una de las asistentes, que cuando me acerqué a darle un caramelo, me ofreció a su niña (un bebé de un año) para que le cogiese. Dudo que pueda olvidar eso. Ha sido una de las experiencias más increíbles de mi vida. Al acabar la charla nos hicimos varias fotos con algunas de las mujeres, con quienes, mediante gestos y sonrisas (no sabían inglés y obviamente, nosotros, no sabemos la lengua local, el kannada) nos entendimos bastante bien. Definitivamente esta gente es amable hasta límites insospechados.
Por la tarde, realizamos un taller con los niños del Nest. Salió perfecto, ¡son tan imaginativos! Después, les tocó oración, cena, un ratillo más de juegos o de estudio (los pequeños colorearon unas láminas y los mayores prepararon tareas y estudiaron) y a dormir.